Escrito por Tom Kendra | Fotografia por Holly Dolci

Liz Peters pasa de una conversación a otra sin esfuerzo, hablando primero con una colega sobre el esquema de color de un salón de clases, luego con un periodista sobre la oportunidad que se presenta al empezar una escuela nueva desde los cimientos, y después con un padre de familia sobre los numerosos beneficios de una educación católica.

Todo esto es parte de su trabajo como directora y fundadora de la nueva e independiente escuela católica de San Roberto en Ada, que abrirá este otoño con clases preescolares para niños de 2-4 años y kindergarten, con planes de añadir un grado escolar cada año, hasta el octavo. También se ofrecerá cuidado de niños antes y después de las clases.

La emoción, los retos y los mil y un detalles que forman parte de abrir la primera escuela católica nueva en la Diócesis de Grand Rapids en más de 50 años (dónde antes no había), pueden parecer agobiantes, dice Liz. En los momentos tranquilos de oración, a menudo hace una pregunta a Dios: “¿Cómo puede ser que yo sea capaz de esto?”

Liz le ha dado muchas vueltas a esta pregunta desde el 8 de enero, cuando empezó su trabajo en la escuela, situada en el campus de la iglesia católica de San Roberto (6477 Ada Drive). Ha logrado entender que, individualmente, la tarea sería demasiada. Sin embargo, con su fe firme, ella sabe que Dios la ha guiado hasta este momento durante los últimos 20 años.

“Me doy cuenta ahora de que nada de lo que me sucedió fue un accidente,” dice Liz, de 52 años, que trae consigo 15 años de experiencia en la educación católica, primero como maestra de clases en la escuela católica de Corpus Cristi en Holland y más reciente como la asistente directora de la escuela católica de San Tomás el Apóstol en Grand Rapids.

“Las diversas experiencias y personas que he conocido me guiaron a este momento, esta oportunidad, este día. Fue el plan de Dios.”

Liz ha colaborado estrechamente con el consejo directivo de San Roberto desde su nombramiento a principios de este año, y los ha impresionado con su energía y carisma contagioso.

“Liz es una educadora y administradora excepcional,” dice el presidente del consejo directivo de San Roberto, Mark Murray. “Está muy preparada para este rol como directora y fundadora. Su constancia y entusiasmo son dones importantes al enfrentar este proyecto.”

Encontrando un ‘hogar espiritual’

Cuando la nueva directora se sienta con una pareja joven que está buscando la educación más apta para su familia, ella se relaciona con ellos.

Liz se creció en Waterford, Michigan, y se mudaba frecuentemente durante los primeros años de su matrimonio con Tony, su esposo, que fue militar. A finales de los 90, después de empezar su carrera profesional enseñando preescolar en el área de Washington, D.C., la pareja decidió regresar a Michigan con su hijo, Ajay, para establecerse.

Los Peters escogieron la ciudad de Holland, en parte para estar cerca de su familia y también por su proximidad al trabajo de Tony. Después de establecerse en su casa, la familia Peters, casados en la iglesia metodista, empezaron su búsqueda de un hogar espiritual.

“Mi hermana (Wendi) nos invitó a acompañarlos a la iglesia,” dice Liz, recordando su introducción a la fe católica a final de los 90 en la iglesia de Nuestra Señora del Lago en Holland. “Supimos de inmediato que habíamos encontrado nuestro hogar. Sabíamos que era donde debíamos estar.”

El sentimiento de pertenencia fue tan inmediato que no pasó mucho tiempo para que la familia Peters empezara el proceso de RICA y a unirse formalmente con la Iglesia Católica en la Vigilia Pascual en 1999. Poco después, ella regresó a la universidad. Completó su licenciatura en Grand Valley State en Lengua y Literatura del inglés, con una especialización en educación.

Ahora, era tiempo de buscar dónde enseñar. De nuevo, Liz se sintió atraída a la fe católica.
En el 2003, la señora Peters fue contratada por la escuela católica Corpus Cristi en Holland, que recién había abierto las puertas hace tres años. Peters valoraba mucho sus años en Corpus Cristi, ya que es considerado un modelo del ministerio y administración colaborativa porque sirve a dos parroquias distintas, Nuestra Señora del Lago y San Francisco de Sales.

“El tiempo que pasé en Corpus Cristi me enseñó que hay algo especial en las escuelas católicas,” dice Liz, que enseñó del segundo hasta el quinto año de primaria. “Fue maravilloso empezar cada día reunidos en oración con los niños. Hay un sentido de paz en las escuelas católicas que no se encuentra en ningún otro lugar.”
Image: St. Robert Catholic School Principal Liz Peters, left, and school Secretary Pattie Reynolds hold up a rendering.

Un empujoncito de Dios

Después de 10 años en Corpus Cristi, Liz nuevamente sintió un empujoncito de Dios.

“Empecé a sentir un llamado para hacer algo diferente,” recuerda. “Junto con mi experiencia, sentía que podía ayudar a los maestros a conectar mejor con sus alumnos.”

Ese empujoncito la guio en 2013 a cambiar de maestra de primaria en Holland a la directora asociada de la escuela católica de San Tomás el Apóstol en Grand Rapids, donde ha trabajado durante los pasados 4 años y medio.

Este nuevo puesto le dio a Liz la oportunidad de viajar al trabajo con su esposo de Holland a Grand Rapids. Durante cuatro años, ese tiempo en el coche llegó a ser muy especial para la pareja, hasta que un día a principios del año pasado, repentinamente, ella dijo: “Tenemos que mudarnos.”

“Ese fue uno de los momentos en que Dios me estaba hablando y acercándome a esta oportunidad,” dice Liz. “Dios seguramente ha estado en control de mi vida durante este último año.”

El verano pasado, los Peters pusieron en venta su casa en Holland y alquilaron un apartamento en Ada. Por aquellas cosas del destino, los Peters comenzaron a asistir a la parroquia de San Roberto y pronto se enteraron de los planes de la parroquia de construir una nueva escuela primaria – y Liz empezó a investigar de qué forma podía involucrarse.

Suzi Furtwangler, la directora de San Tomás el Apóstol, cree que su colega fue guiada a esta nueva oportunidad por una razón.

“Liz tiene la energía para empezar esta nueva escuela,” dice Suzi. “Cuando trabajamos juntas, ella ponía todo de su parte para realizar lo necesario. Su entusiasmo creará un ambiente atractivo para las familias, los niños y los maestros para crecer en la fe mientras construyen una nueva tradición juntos.”

Una escuela de inmersión en la fe católica

Una de las últimas tendencias en la educación son las “escuelas de inmersión,” donde los niños incorporan un segundo idioma – con frecuencia el español o hasta el chino mandarín – como parte de su rutina diaria, en lugar de tener una clase aparte una o dos veces a la semana.

A menudo Liz presenta la escuela de San Roberto como una escuela de inmersión.

“Somos una escuela de inmersión en la fe católica,” dice Liz. “Eso es lo que podemos ofrecer a través de nuestro currículo y es lo que nos distingue como escuela. Entiendo que hay escuelas muy buenas a nuestro alrededor, y podemos ofrecer los mismos programas, pero esas escuelas no pueden ofrecer una educación católica, que muchos padres de familia quieren para sus hijos.”

A través de un programa llamado Educación en la Virtud, se destacará una virtud cristiana diferente cada semana, y los alumnos de San Roberto tendrán que practicarla cada día en la escuela y en la casa con sus familias.

Liz está entusiasmada de haber encontrado una comunidad activa y vibrante en San Roberto. “Una escuela católica agrega algo especial a una parroquia,” dice el Padre Len Sudlik, el párroco. “Tener a los niños, llenos de vida, presentes en nuestro entorno cada día es emocionante. Como párroco, será una alegría ser su padre espiritual.”

San Roberto también es bendecida con instalaciones de primera, incluyendo salones modernos para clases, actualmente usadas para las clases de formación de fe, y un centro para familias con un gimnasio, ideal para asambleas y juntas. Además, el campus de San Roberto está en un proceso de renovación de un millón de dólares para construir salones adicionales y una nueva entrada a la escuela.

Por estas razones, Liz y los oficiales de la escuela están emocionados para la gran apertura este otoño y por lo que les espera en el futuro.

“Estoy tan emocionada que no veo llegar el día en que los niños comiencen,” dijo Liz, parando un momento para imaginarlo durante un recorrido del edificio. “Será mágico. Los niños darán nueva vida y energía a este edificio. Es algo realmente hermoso.”