Por Maryalene LaPonsie | Fotografia de Holly Dolci

Dios es persistente, así como lo descubrió Michele Misiak.

“Escuché una voz que me dijo que era hora de devolver”, explica la madre de tres niños. Escucho esta voz mientras rezaba, durante la misa y en las canciones que escuchaba. “Es hora de devolver. Es hora de devolver”, dijo.

Respondiendo a esta voz, Michele decidió que debería intentar ser voluntaria en algún lugar. Siendo residente de Lowell, visitó el sitio web de la Cámara de Comercio del Área de Lowell y envió un correo electrónico a la primera organización que apareció en la lista de voluntarios. Esa organización no respondió a su mensaje, pero Michele pensó que al menos lo había intentado. Eso debería ser suficiente para silenciar la voz.

Sin embargo, los planes de Dios no serían disuadidos. La voz volvió, insistiendo en que ella necesitaba hacer más. “No era opcional”, recuerda Michele riendo.

Regresó al sitio web de la Cámara de Comercio y llamó al segundo número de la lista de voluntarios. Eso la llevó a la Despensa para Bebes de Lowell, que en aquel tiempo era conocida como la Clínica de Embarazo de Santa María. Fue una llamada que cambio su vida.

Han pasado unos 10 años desde que esa voz insistente instó a Michele a devolver. Desde entonces, ha ayudado a cientos de familias a satisfacer sus necesidades básicas, como pañales, fórmulas y ropa. Al hacerlo, Michele ha ofrecido a las madres jóvenes algo aún más valioso: la esperanza de un futuro más brillante.

Promesa a un Amigo

En el momento en que Michele comenzó a trabajar como voluntaria, la despensa para bebes estaba en la iglesia católica St. Mary en Lowell, y Ruth Collar era su fuerza motriz.

Ruth fue una feroz defensora del movimiento Pro-Vida, y puso toda su energía en apoyar a las madres jóvenes. Ella estaba de guardia las 24 horas del día para ayudar a las personas que enfrentaban un embarazo inesperado y regularmente abría su hogar a mujeres jóvenes que no tenían a dónde ir. Cuando Michele comenzó a ayudar en el centro cada semana, Ruth vio de inmediato que su nueva voluntaria tenía el mismo corazón para el servicio.

“A la tercera semana, ella ya me estaba presentando como codirectora”, dice Michele. No era un papel que ella estaba buscando, pero Ruth no sería disuadida. Al final, Michele se convirtió no solo en codirectora, sino que tomó las riendas como directora del ministerio después de que Ruth falleciera de cáncer en el 2011.

Al preguntarle si alguna vez pensó en rechazar el papel, Michele niega con la cabeza. “Le hice una promesa”, dice sobre sus conversaciones finales con Ruth. “Prometí cuidar a las chicas para que ella pudiera dejarlo ir”.

“Cosa de Dios”

Michele Misiak hands a volunteer a stack of disposable diapers

Michele vería rápidamente que la despensa para bebes tenía un poderoso defensor.

A raíz de la muerte de Ruth, los voluntarios se dieron cuenta de que tenían un problema. Su suministro de pañales era extremadamente bajo, y las finanzas del ministerio se ataron mientras se actualizaba el papeleo de la cuenta bancaria. Michele recuerda que fue lo suficientemente grave al punto que los voluntarios estaban discutiendo la posibilidad de comprar los suministros para reponer los estantes con sus propios fondos.

Sin embargo, Dios estaba cuidando de la despensa. La parroquia Holy Family en Caledonia había recolectado suministros para bebés para el ministerio. Representantes de la parroquia llegaron con 45 bolsas de pañales y otros artículos. Ni ellos ni la parroquia Holy Family tenían conocimiento de la escasez de suministros que la despensa enfrentaba. En ese momento, Michele se maravilló porque de todos los lugares donde la parroquia podría haber llevado esos artículos, los llevaron a Lowell.

“Fue entonces cuando me di cuenta de que esto está fuera de mi control”, dice Michele. Ella lo llama “cosa de Dios”. Mientras que los voluntarios de la despensa para bebes están trabajando en la línea del frente, Dios está trabajando detrás de escena para asegurarse de que el ministerio tenga todo lo que necesita.

Servir sin Juzgar

En los años transcurridos desde que Michele asumió el cargo de director, la despensa ha pasado por muchos cambios. El ministerio se mudó de la iglesia St. Mary en Lowell a un espacio en el edificio propiedad de Flat River Outreach Ministries, también conocido como FROM (por sus siglas en ingles). El edificio FROM también alberga la despensa de alimentos de la comunidad, por lo que la ubicación es conveniente para los clientes que usan ambos servicios.

Dado que el ministerio no ofrece pruebas de embarazo ni ningún otro tipo de atención médica, también se tomó la decisión de cambiar el nombre de St. Mary’s Pregnancy Center a Baby Pantry of Lowell para reflejar mejor sus servicios. Michele también incorporó una junta directiva para ayudar a supervisar las operaciones de la despensa.

Desde su inicio, aproximadamente 2,000 familias han sido atendidas por el ministerio. Michele estima que aproximadamente 40 familias visitan la despensa cada mes. Algunos vienen cada semana por pañales y fórmula, mientras que otros pueden llegar cada mes. Independientemente de sus circunstancias, cada uno es bienvenido con respeto y sin juzgarlos.

“Somos las manos y los pies de Jesús”, explica Michele. “Tratamos a las personas con amor sin importar lo que nos digan”.

Poner la fe en acción para Michele significa recibir mensajes de texto por la noche de una madre en crisis, o entregar suministros a un cliente sin transporte. También puede significar sentarse a tener conversaciones difíciles sobre situaciones difíciles y posibles soluciones. Pero hay recompensas como aquellas en las que una mamá la detiene en Meijer y quiere compartir el desarrollo de su hijo o hija.

“No retribuyes con la esperanza de que te reconozcan”, dice Michele, “pero es profundamente satisfactorio ver a una nueva mamá encontrar su camino y saber que la ayudaste a emprender ese camino hacia el éxito”.

Madres Ayudando a Otras Madres

El objetivo subyacente de la Despensa para Bebes es brindarles a los padres jóvenes los recursos y el apoyo que necesitan para tener éxito. Muchos clientes crecieron sin modelos a seguir. Otros se sienten aislados, sin que nadie en su vida les brinde apoyo o guía. Michele y sus voluntarias son madres experimentadas que intervienen para escuchar y ofrecer aliento cuando sea necesario.

“Queremos ayudar a otra madre con la esperanza de que ayuden a otra madre”, dice Michele.

Ella ya ve que esto sucede cuando los clientes llevan cupones para que otros usen o donan artículos que ya no necesitan. Ese tipo de cooperación comunitaria es algo que Michele espera que tenga un impacto duradero mucho después de que los padres dejen de usar la despensa. “Si pudiéramos difundir ese mensaje de generosidad, ¿cuánto podríamos cambiar las generaciones a partir de ahora?”, se pregunta Michele.

Mientras ayuda a guiar a las nuevas madres en la crianza de sus hijos pequeños, Michele ha criado su propia familia. Sus tres hijos, que ahora alcanzan la edad adulta, han pasado tiempo en la despensa con ella y Michele espera que ellos hayan tomado nota de la importancia de ayudar en su comunidad.

“Hay una necesidad justo donde vives”, dice ella.

Michele no está segura de a donde sus hijos irán a hacer su vida o qué depara el futuro para sus clientes de la despensa, sin embargo, ella espera que ellos también retribuyan cuando escuchen la voz insistente de Dios.

This article originally appeared in the May 2019 issue of FAITH Grand Rapids magazine.